Invitaba, el sacerdote, a compartir.
Dudas y secretos. Misterios y destino.
-"Saludos, mi señor,
Hijo de Zeus".
Desde la escalinata clamó.
¿Faraón, dios, o joven rey?
Alejandro, atónito, vacilaba.
Y una respuesta, exultante, llegó.
(Sí. Pai dios, pai dios.
Mis premoniciones confirmadas,
Los augurios, verídicos.
Gran Rey, pues, del mundo seré).
Los Compañeros, inmóviles, esperaban.
Escaso séquito para tan gran verdad.
La gloria les contemplaba desde Asia:
de Occidente hasta el Mar Exterior.
Un desliz en Siwa,
y el héroe, convertido en dios.
Abriendo caminos
Hace 9 años
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